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VINCULACIÓN TECNOLÓGICA
Investigaciones geoambientales de especialistas del CONICET Patagonia Norte contribuyen a la exploración del fondo lacustre
El Grupo de Estudios Ambientales (GEA) del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET - UNCo) aporta al conocimiento de las amenazas naturales en la región y su interacción con la población.
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Los científicos y científicas del GEA trabajan en diversas disciplinas y temáticas tales como volcanología, limnogeología, peligrosidad y riesgos geológicos en cuencas fluvio-lacustres, contribuyendo por un lado al conocimiento científico en general y por el otro, a la resolución de problemáticas geoambientales y otras de impacto social. También analizan la geomorfología del lugar; esta última estudia la forma que tiene el relieve para dar información de los procesos que actuaron en el pasado.
El GEA responde a problemáticas sociales complejas y contribuye principalmente a la gestión territorial a través de sus investigaciones de calidad, aportando análisis técnicos y científicos, y asesorando a diversos organismos gubernamentales, con los cuales tienen vasta trayectoria, y también con el sector privado. Han asistido técnicamente en la gestión de peligros volcánicos, en la evaluación de los impactos de las caídas de ceniza volcánica sobre la región norpatagónica, en diagnósticos de susceptibilidad de avalanchas y fenómenos asociados, en la zonificación geoambiental de áreas urbanas, en el cierre del vertedero de Aluminé y propuestas de manejo de Residuos Sólidos Urbanos, el monitoreo de la actividad eruptiva y la caracterización de Áreas Críticas y de Conservación del Cerro Otto.
Gustavo Villarosa investigador independiente del CONICET y profesor de la Universidad Nacional del Comahue, quien dirige este grupo, explica sobre los métodos de investigación que utilizan. El trabajo experimental de campo comienza con una interpretación de la información de contexto geológico; “por ejemplo los lagos de esta región son de origen glaciario; lo que significa que en el pasado un glaciar ocupó un valle, se retiró y dejó el espacio deprimido que luego se rellenó con agua proveniente de los ríos. Esto nos permite entender desde cuándo y porqué están aquí nuestros lagos y muchas de sus características. También, se recolectan datos específicos con métodos geofísicos y muestras del fondo lacustre llamadas testigos sedimentarios, que dan cuenta de la historia geológica al registrar los eventos ocurridos en estos sistemas desde el momento en que se originaron, hace unos 16 o 18 mil años”, considera.
Para comprender, identificar y estudiar los eventos geológicos (volcánicos, sísmicos y tsunamigénicos, entre otros), registrados en estos sedimentos, utilizan equipos geofísicos como el georadar o perfiladores sísmicos que muestran en un corte sedimentario en profundidad, cómo están organizadas las capas, brindando información geológica que permite definir el lugar más conveniente o representativo para tomar los testigos. A su vez, en los lagos realizan batimetrías de alta resolución con equipos sofisticados (sonares laterales, equipos de hidroacústica) que se montan en embarcaciones para obtener datos que permiten registrar la forma del sustrato. El resultado son modelos 3D del terreno del fondo del lago con una resolución óptima.
Al referirse a otros métodos de investigación vinculados a las erupciones volcánicas, Villarosa comenta que recolectan muestras de las tefras (cenizas volcánicas) y en laboratorio se caracterizan sus componentes para entender qué características tienen y qué efectos pueden producir en el ecosistema y el ambiente. Asimismo, se realizan ensayos para saber si esos materiales pueden ser contaminantes del lago cuando cae la ceniza y así, conocer qué problemas pueden ocurrir después de una erupción. La tefrocronología es la identificación de capas de ceniza volcánica y su volcán de origen, su individualización y reconocimiento sirve para los estudios de cambios climáticos, paleoclimatología y paleoecología para comprender en contexto los cambios que ocurrieron en el pasado.
Sus estudios han proporcionado hallazgos de valor científico en la vida comunitaria sobre hechos que tienen una trascendencia histórica para la Patagonia. Villarosa y colegas científicos publicaron en 2009 un trabajo donde comprobaron que las olas del tsunami de 1960 en Bariloche estaban vinculadas al sismo ocurrido en Valdivia (sur de Chile), el de mayor magnitud registrado instrumentalmente. El mismo provocó el deslizamiento lacustre y como consecuencia la destrucción del Puerto San Carlos. “Cuando empezamos a trabajar con los sedimentos lacustres, aparece la necesidad de entender a los sistemas lacustres de la región. La limnogeología (la geología de los lagos) surgió a partir del estudio de las tefras (capas de ceniza volcánica) y nos llevó a investigar temáticas como lo que la gente llama localmente “lagomoto” (tsunamis lacustres). Así, se enlaza la ciencia básica y aplicada, ya que a partir de un pedido de un estudio ambiental, comenzamos a investigar para un caso aplicado: entender el pasado del lagomoto. Este trabajo conjunto, en el que participaron también un colega oceanógrafo de Bahía Blanca y otro francés que trabaja tsunamis y deslizamientos lacustres, derivó en una publicación que explica el sismo ocurrido en Valdivia, el deslizamiento y el tsunami registrado en el puerto San Carlos”, señala Villarosa.
Por su parte Débora Beigt, investigadora adjunta en el GEA, resalta que la principal aplicación de las investigaciones científicas del equipo está en el ordenamiento territorial. En ese sentido, a partir de una necesidad y/o demandas, que pueden surgir de otras líneas de investigación o de la comunidad en general, se encaran iniciativas de vinculación y transferencia que se formalizan a través de diversos instrumentos.
El análisis de la peligrosidad geológica y otros estudios relacionados son un insumo necesario por ejemplo para el desarrollo de obras civiles (puertos, represas, infraestructura urbana). Las exploraciones batimétricas de los fondos lacustres permiten estudiar zonas amplias con muy buena resolución y pueden aplicarse para generar registros de la morfología subacuática donde se hacen claramente visibles fenómenos subacuáticos como los deslizamientos de grandes volúmenes de sedimentos. Sirven también para aplicaciones prácticas como obras costeras y búsquedas concretas de objetos sumergidos en los lagos que, más allá de su contribución a la investigación, son aportes relevantes para la sociedad.
Cabe señalar que hay que diferenciar los peligros geológicos (el fenómeno peligroso) de los riesgos asociados (los posibles daños derivados de la sociedad que se expone a ese peligro); y la gestión de riesgo es una manera concreta de reducir este último. Conocer cuáles son los peligros y qué impacto pueden producir contribuye a esa gestión, que está incluida en la gestión territorial.
En ese sentido Villarosa y Beigt plantean que “lo que estamos haciendo es construir información referente a los peligros, conocer mejor al sistema natural y la interacción entre el sistema natural y nuestra sociedad”.
De relatos populares, misterios y la aplicación del conocimiento científico para develarlos
La profundidad de los lagos no sólo tiene información geológica que nos cuenta sobre su origen y su dinámica, sino que también encierra misterios. La ciencia puede contribuir significativamente para develarlos y desentramar la memoria histórica y social de una comunidad. En la actualidad, integrantes del GEA contribuyen en la búsqueda del primer gran naufragio en el lago Nahuel Huapi. Se trata del vapor Helvecia, que naufragó en 1907, y su búsqueda es parte de un proyecto audiovisual a cargo de Acuanauta Films que reivindica su valor como patrimonio naval de la región.
En este contexto, fue requerido el trabajo del Dr. Gustavo Villarosa, la Dra. Débora Beigt y la Geóloga Lucía Dominguez, en colaboración con el Dr. Eduardo Gómez del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO, CONICET- UNS), para brindar mayor precisión sobre la ubicación de la embarcación. Con este objetivo, apelaron a registros de las profundidades del lago, relevados en 2007 mediante técnicas batimétricas, con los cuales fue posible reconstruir el relieve subacuático. A ellos se suman ahora relevamientos con sonar lateral y otras técnicas avanzadas de investigación del fondo lacustre. Esta experiencia destaca el valor que tiene la investigación de los grandes lagos y el conocimiento científico en general cuyos resultados tienen aplicaciones valiosas e imprevistas, aún para quienes las realizan.
Las diversas experiencias del GEA en el territorio y sus acciones científicas, son sustanciales para la transferencia tecnológica que llevan adelante: la caracterización de ambientes contaminados, la zonificación geoambiental aplicada al ordenamiento territorial, la gestión de residuos, la evaluación de peligrosidad geológica en el territorio, los servicios analíticos de apoyo a situaciones de peligrosidad natural y la caracterización ambiental.
En tal sentido, la vinculación con instituciones y otros actores de la comunidad, se realiza mediante servicios tecnológicos de alto nivel (STAN), asesorías institucionales y convenios de asistencia técnica en estas temáticas que son parte de su trabajo.
El Grupo de Estudios Ambientales está integrado por Gustavo Villarosa, Débora Beigt, Mariano Tonini, Valeria Outes, Alex Cottescu, Julieta Cottet, Carina Seitz, Pablo Amat, Pablo Salgado, Camilo Naranjo Ariza, Iván Vergara, Nahuel Losano, Lucía Domínguez, Lautaro De Luca, Eduardo López y Máximo Schneider.
Por Mariela Méndez - Comunicación CONICET Patagonia Norte