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ARTE Y CIENCIA
Vivir en la frecuencia del canto: la restitución de la memoria sonora mapuche
Anahi Rayen Mariluan, becaria doctoral del CONICET y cantautora, investiga colecciones sonoras que registran cantos mapuche desde fines del siglo XIX. A través de la antropología de la música y tareas de archivo, analiza estos registros y sus contextos de producción, y restituye esa memoria sonora a mujeres de ese pueblo originario mediante el intercambio de saberes comunitarios.
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Durante más de un siglo se registraron cantos mapuche mediante diversas tecnologías, desde la palabra en crónicas de viaje hasta grabaciones con fonógrafo, las cintas y los cassettes. Estos archivos constituyen una fuente de valor cultural, social, histórico y científico para el estudio de sus narrativas, memorias sonoras y contextos, y posibilitan analizar estas expresiones desde la antropología de la música.
Anahí Rayen Mariluan, becaria doctoral del CONICET y cantautora mapuche, investiga sobre esas colecciones para comprender cómo se produjeron estos registros y restituirlos a las comunidades originarias. “Mi interés está centrado en el trabajo con archivos sonoros que se han hecho sobre el pueblo al que yo pertenezco”, afirma sobre lo que guía a su investigación.
La especialista explica: “Escucho cantos en las crónicas que han hecho viajeros en el siglo XIX, que son descriptas en narrativas y desde esas representaciones se puede hacer un reconocimiento de qué es lo que se está cantando, según el contexto. Cuando finaliza el siglo XIX se implementa el uso del fonógrafo, que fue una segunda tecnología de registro, porque la primera fue la de la palabra. Entonces, a partir de esta tecnología se dispusieron las primeras grabaciones en Argentina en contextos tristes, porque el pueblo mapuche estaba atravesando un genocidio, y lo que se retrata son a personas que están en busca de reinserción social en La Plata, Buenos Aires”.
Mariluan detalla el avance de las tecnologías, su trabajo de archivo abarca casi un siglo hasta 1980 con grabaciones en la tecnología del cassette. “Esos registros parten del interés de lingüistas en la forma narrativa y después, cuando se centra en lo sonoro, se aboca a los cantos que tienen que ver con la sanación o de las machi, desde la antropología”, expresa. Y agrega: “Son mayormente cantos de Nguillatún o Kamarikun -ceremonia mapuche- entre otros. Mi interés es entender por qué esas grabaciones siguen escindidas del pueblo al que pertenecen, lo que hago es analizar y desandar las lógicas de apropiación y revincular esos materiales por medio de escuchas comunitarias con mujeres del pueblo mapuche que se interesan por recuperar el canto”.
El territorio del ÜL (canto mapuche) en primera persona
ÜL es la palabra en mapuzungun que el pueblo mapuche utiliza para definir el canto.
Para Mariluan, existe un vínculo entre su investigación, estar en contacto con los materiales y la creación de sus obras artísticas. En su trabajo, no solo revisa archivos sonoros sino también piensa al canto como un territorio, “lo que me apasiona de este proyecto de investigación es lo mismo que persigue el pueblo mapuche, la restitución territorial”, menciona. Y añade: “Pienso que el territorio del canto es otro territorio a restituir”.
La definición de sí misma como cantora está ligada a esta búsqueda, “revisar estos archivos me vuelve una persona más sensible porque es muy doloroso encontrarse con kultrunes fuera del territorio cuando debieran estar acompañando al ser que los hizo sonar. Creo que observar eso es lo que me sensibiliza”, afirma Mariluan.
Tal como escribe en uno de sus artículos científicos, el plano sonoro del canto del pueblo mapuche “quedó reducido solo a espacios familiares, comunitarios, de militancia y resistencia que cobran numerosas formas expresivas en la actualidad”.
En ese sentido, para la especialista, la ciencia le posibilita acceder a los archivos, los cuales considera que “no son archivos abiertos, y son informaciones que no están disponibles. Hurgar en los archivos de la memoria que han hecho cientistas para hacer una relectura con mirada mapuche, creo que es lo que me otorga la ciencia”. Además, de “esclarecer procesos políticos y sociales que se han hecho con el pueblo mapuche y que uno no lo ha entendido hasta que supo de estas memorias y de la historia”, sostiene Mariluan.
Como viajera y cantora, a Mariluan la acompañan interrogantes acerca de los registros sonoros. En el documental “Mankewenuy, amiga del cóndor” (2022), va en busca de sonidos y relatos para la creación de sus canciones. Se pregunta qué cantos fueron capturados, guardados y silenciados, muchas veces “ocultos con un mar de distancia”, describe.
Esa distancia la llevó a Europa, a la ciudad de Bonn, donde en el Instituto Anthropos logró encontrarse con grabaciones de un sacerdote que recabó informaciones entre 1960 y 1980 en cassettes, “son las que me interesan porque muy pocos sabían hasta hace poco que esas colecciones estaban allí, reposando en la oscuridad”, enfatiza.
Asimismo, identificó una colección de cantos mapuche en Berlín (Alemania) perteneciente a Lehmann-Nitsche, grabada entre 1904 y 1907, y encontró registros de ÜL (canto) en la colección privada que se realizó sobre documentales donados al Instituto Smithsonian en Estados Unidos, y en Argentina, están las colecciones de Carlos Vega e Isabel Aretz que son, en parte, compartidas con Chile.
“Yo vivo en la frecuencia del canto”
Perteneciente a una familia de músicos, Anahí Mariluan considera que la música es una forma de expresión fundamental. La artista cree en todas las artes posibles y asimismo que “el arte produce conocimiento”; y resalta el trabajo colectivo de mujeres en la recuperación de saberes como sujetos con roles y experiencias clave para la reconstrucción de la memoria y la preservación cultural. “Creo mucho en el trabajo entre mujeres. Por eso soy parte de las Kultruneras, que es un grupo que restituye cantos, poesías y otros saberes.
Ahora estamos tejiéndonos”, comparte Mariluan.
“¿Cómo confluye todo eso? Mirando en retrospectiva lo que han hecho las mujeres del pueblo mapuche. Hay pasajes maravillosos que se pueden observar en las crónicas que hizo George Musters, de mujeres cabalgando juntas alrededor del río. Nos espejamos en esas experiencias para seguir recuperando saberes que nos fueron arrebatados. Esa motivación ha sido muy fuerte”, puntualiza.
Según Mariluan, “todo lo que una hace es por un absoluto respeto y amor profundo por el territorio mapuche, su historia y la conciencia de llevar detrás de nuestros ojos a las miles de ancestras”, concluye.
Por Mariela Méndez – Área de Comunicación del CONICET Patagonia Norte