24 DE MARZO: DÍA DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

Activismos y Derechos Humanos: la experiencia de las Abuelas de Plaza de Mayo

Una investigadora del CONICET reflexiona en torno al legado de la Asociación y cómo su labor potenció la reivindicación del derecho a la identidad como asunto público en nuestra sociedad.


Las Abuelas de Plaza de Mayo se conforman como un grupo de mujeres que comenzaron una búsqueda no sólo de sus hijos/as desaparecidos/as sino también de sus nietos/as, víctimas del terrorismo de Estado en Argentina durante los años de la dictadura cívico-militar (1976-1983) y a lo largo de sus años de activismo en Derechos Humanos condensaron, en una experiencia colectiva, diversas iniciativas populares en defensa de esos derechos.

La investigadora del CONICET María Marta Quintana del Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales (IPEHCS, CONICET-UNCo) e integrante de la Comisión de la Memoria del CONICET Patagonia Norte, reflexiona en torno a la labor de las Abuelas y su reivindicación por el derecho a la identidad como asunto público en nuestra sociedad. Sobre su origen comenta “a partir de un cauteloso intercambio de información, estas mujeres se habían dado cuenta de que las Fuerzas Armadas y de Seguridad secuestraban a los bebés y niños considerados “hijos de subversivos”, con el propósito, como decían los propios militares utilizando un eufemismo, de “salvarlos” y “reformarlos” cambiándoles su identidad, historia y biografía”.

Asimismo señala que las Abuelas lograron determinar que tanto las niñas y niños, como los bebés nacidos en cautiverios durante la detención-desaparición de sus progenitores/as en los operativos represivos, habían sido anotados/as como hijos/as biológicos/as de integrantes de las fuerzas represivas o allegados, entre otros mecanismos de apropiaciones o entregas a familias o instituciones de menores; “todas esas modalidades supusieron y todavía suponen la supresión de datos filiatorios y la producción de identidad jurídica, biográfica y genealógica que consuma la desaparición y apropiación de los nietos y nietas de las Abuelas de Plaza de Mayo. Al presente, de los/as aproximadamente 500 niños/as, hoy personas adultas, apropiados/as en el marco del plan sistemático, la asociación ha logrado resolver 137 casos”.

Con la recuperación de la democracia, los casos de apropiación se judicializaron y en ese ámbito las Abuelas tuvieron que demostrar que sus nietos/as corrían peligro al convivir con personas; pues, en ningún caso, habían sido adoptados/as legalmente. “Los niños y niñas eran víctimas de un delito de sustracción de menores y sustitución de identidad, delito que carecía de jurisprudencia y que la restitución era el único acto posible de justicia, reparación y libertad” sostiene Quintana (IPEHCS, CONICET-UNCo).

De esta manera, comienza a configurarse el derecho a la identidad, un derecho que no existía en el país y tampoco en el mundo; un derecho para que los/as niños/as conocieran su origen, nombres y pudieran vivir con su familia legítima. La especialista en Filosofía afirma que este derecho “hoy es un resguardo de la niñez a escala internacional. Por eso decimos que se trata de un derecho conquistado por las Abuelas que, además de abrir nuevas posibilidades en el plano jurídico nacional, impactó en el campo internacional de los Derechos Humanos y fue reconocido por la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, Niña y Adolescente, aprobado el 20 de noviembre de 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas”.

En la Convención se incluyen tres artículos considerados “los artículos argentinos” promovidos por las Abuelas de Plaza de Mayo que tienden a proteger el derecho a la identidad y, a su vez, se incorporan al derecho argentino en la ley 23.849 Convención sobre los Derechos del Niño, sancionada en 1990.

Para la científica, la dimensión narrativa es fundamental cuando se habla de identidad y, acerca de cómo construyeron a partir de su discurso una memoria y sentido colectivo para la sociedad, expresa “las Abuelas son luchadoras inclaudicables que han respondido a la crueldad de la desaparición y la apropiación con una búsqueda amorosa, de infinita paciencia, que incluso trasciende el hecho de haber encontrado a la nieta o nieto propio. Y aunque algunas ya han partido sin haber podido concretar el tan anhelado reencuentro, como dicen ellas mismas, todas han hecho docencia tanto al interior de la sociedad argentina como en el exterior, acerca del derecho inalienable a la identidad”. En ese sentido, Quintana pone énfasis en la institución de una modalidad singular de activismo y movilización, vinculada a la presencia en el ámbito público, al discurso de los Derechos Humanos y al Nunca Más.

Cientificidad y activismo de los Derechos Humanos

“Tanto el índice de Abuelidad como el Banco Nacional de Datos Genéticos aportan cientificidad a la lucha de Abuelas y aseguran que las restituciones no se hagan de manera arbitraria. Además, a través de la CONADI, las Abuelas involucran al Estado, no solo como responsable de las apropiaciones en dictadura, sino como garante del proceso de identificación y restitución de los nietos y nietas en democracia” expresa Quintana.

En su activismo, las Abuelas diseñaron estrategias de búsqueda y restitución de identidades en articulación con especialistas del derecho, psicoanálisis, genética, antropología entre otras disciplinas, la investigadora destaca “el hallazgo del índice de abuelidad, que fue posible por la genetista Mary Claire-King, permite a través del estudio de ADN establecer el parentesco biológico entre las Abuelas y sus nietos/as con una certeza del 99,9999 por ciento. La primera restitución basada en esta prueba inmunogenética fue la de Paula Logares en 1984”. Este banco fue creado en 1987 bajo la ley 23.511 con el objetivo de obtener y almacenar información genética que facilite la determinación y esclarecimiento vinculados a conflictos de filiación.

Las Abuelas como sujeto político

El fortalecimiento de la Memoria como práctica colectiva y pedagógica impulsada por las Abuelas durante más de 40 años desde su existencia, las consolidó como un sujeto político tal como reflexiona Quintana “contiguo con la democracia argentina, las militantes de pañuelo blanco, no han cesado de exhibir una enorme capacidad de reconfiguración y construcción de lazos de solidaridad con otras causas y sujetos vulnerados en contextos posdictatoriales”.

En este punto, cabe destacar que otros sujetos y reivindicaciones, por ejemplo sexogenéricas, recuperan la lucha histórica de esta organización de mujeres que irrumpen en lo público en pleno contexto dictatorial, “Si bien, durante el retorno de la democracia algunas integrantes de las organizaciones de Derechos Humanos acompañaron en términos personales reclamos vinculados con el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, más recientemente, incorporaron con mayor radicalidad, las demandas propias de los feminismos” reconstruye la investigadora Quintana.

Y agrega sobre los pañuelos como símbolo “para nosotras, la presencia del pañuelo verde junto al blanco da cuenta de la singularidad de un nuevo momento de amistad política, en el que la gramática feminista se imprime en sus luchas. Esto implica reconocer que ya no solo construyen solidaridades con colectivos sexodisidentes, sino que fundamentalmente esas alianzas provocan una transformación a nivel identitario y organizacional de las propias agrupaciones de Derechos Humanos”.

También Quintana comenta que en sus investigaciones junto a colegas indagan en cómo el discurso y la labor de Abuelas potenció la reivindicación del derecho a la identidad de género del activismo travesti-trans, en tanto fueron ellas quienes hicieron de la identidad una causa de orden público. Allí, argumentan que el derecho humano a la identidad generó condiciones para la aprobación de la Ley de Identidad de Género que dio lugar a la inclusión, reparación histórica, infancias libres de discriminación y violencias, entre otras.

Por último, “las Abuelas politizaron lo biológico e hicieron de la identidad un asunto, con insoslayables implicancias y derivas éticas. Los activismos de los organismos de Derechos Humanos le dan contorno y contenido a nuestra democracia, a 40 años de democracia continúa la búsqueda de nietos y nietas apropiadas, la promesa del nunca más persecuciones, desapariciones, apropiaciones, es la condición de posibilidad de nuestras diferencias, no hay libertad posible sin Memoria, Verdad y Justicia” concluye Quintana.

María Marta Quintana es Profesora en Enseñanza Media y Superior en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, Magíster en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural por la Universidad Nacional de San Martín y Doctora en Filosofía también por la UBA. En el marco de su labor de investigación, realizó un análisis del proceso de subjetivación política de Abuelas de Plaza de Mayo y de la producción -por parte de dicho organismo- de fundamentos de identidad personal vinculados a la búsqueda y demanda de restitución de las y los niños apropiados en/por la dictadura. Al respecto, ha publicado numerosos artículos en revistas científicas y capítulos de libros. Asimismo, recientemente, salió su libro Derivas de la sangre. Performatividades discursivas en Abuelas de Plaza de Mayo, por la editorial universitaria Eduvim, por el cual recibió una distinción de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como una deriva de esta línea de trabajo, también indaga en las identificaciones éticas, políticas y afectivas entre el activismo de derechos humanos y los activismos feministas y de la diversidad/disidencia sexogenérica en Argentina. En el presente, se desempaña como investigadora adjunta del CONICET en el Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales, (IPEHCS, CONICET-UNCo) y como docente de la Sede Andina de la UNRN. También integra la Comisión por la Memoria del CCT Patagonia Norte.

Por Mariela Méndez, Área de Comunicación CONICET Patagonia Norte.