VINCULACIÓN TECNOLÓGICA

Estudian la harina de insectos como alimento alternativo para la ganadería

La iniciativa podría suplantar la harina de soja. Es parte de un proyecto de especialistas del CONICET que apunta a buscar opciones de engorde de bajo costo.


Harina de insectos Mosca Soldado Negro.
María Mercedes Odeón, Laura Villar, Valeria Fernández Ahrex, Brenda García Falabella y Sebastián Villagra. Fotos: gentileza investigadores.

Un grupo de especialistas del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche (IFAB, CONICET- INTA), participa de un Proyecto Especial de Innovación (PEIS) focalizado en el desarrollo bioeconómico de un alimento alternativo para rumiantes, puntualmente corderos, durante su fase de engorde. El proyecto consiste en suplantar la harina de soja por una ración alimentaria a base de insectos Hermetia illucens, conocidos como “Mosca Soldado Negro”, cuya larva tiene un alto contenido proteico y puede transformar residuos orgánicos en proteínas de alta calidad.

El proyecto, en el que están involucradas la Cooperativa Agrícola Ganadera Calibuí, la Cooperativa de Trabajo “Arreando Sueños” y las Agencias de Extensión Rural del INTA de la Estación Experimental Agropecuaria Bariloche, busca potenciar el acceso de ganaderos de Río Negro y Neuquén a nuevos desarrollos tecnológicos mediante la innovación alimentaria. A su vez, apunta al mejoramiento de la cadena cárnica y a la generación de un nuevo producto para la venta y comercialización.

“Buscamos un insecto que podría utilizarse en forma masiva y nos vinculamos con PROCENS Tecnología Natural (SAS), una empresa que produce harina de insectos en el país”, explica la bióloga e investigadora del CONICET Valeria Fernández Ahrex. La científica lidera el grupo ESTEPA, que estudia la ecosociología en territorios de la Patagonia Argentina y tiene como objetivo atender las demandas de los productores ganaderos y sus problemáticas en relación con el perjuicio o la pérdida económica relacionada con la fauna local. “Somos el primer grupo que trabaja en este tema con rumiantes menores en el país. Los otros están en Australia y Reino Unido, muchos trabajan in vitro o in vivo; es algo que empezó en 2012. Hay investigaciones en animales monogástricos como peces, aves y cerdos, en animales domésticos y rumiantes aún no había. Puede ser un boom”, indica la investigadora.

Sebastián Villagra, doctor en Ciencias Agrícolas en el IFAB, también compone este proyecto con el grupo de Sistema de Alimentación, Producción y Bienestar Animal (SAPBA), que hace trabajos de nutrición animal. “Los ensayos que hacemos tienen diferentes objetivos. El principal es introducir alimentos de la mejor calidad en los rumiantes para la producción con el menor costo posible, para que los productores puedan mejorar su sistema de producción de manera eficiente y sustentable. Los alimentos tradicionales, como la soja y el maíz, son más caros y tienen una huella ecológica muy alta no sólo por cómo se producen sino también por su transporte”, describe Villagra sobre los motivos de trabajar en alimentos alternativos.

La bióloga e investigadora del CONICET María Mercedes Odeón, por su parte, destaca la importancia del acceso a la suplementación estratégica y explica que en esta primera etapa del proyecto se evaluará el consumo y ganancia diaria de peso, la condición corporal, el desempeño productivo, el bienestar animal y la calidad de la carne, estableciendo comparativas con el estándar de harina de soja. “El bienestar animal es fundamental para el engorde. En lo experimental se garantiza que los animales estén en buenas condiciones. Desde su alojamiento hasta la evaluación de indicadores de estrés individual, análisis de cortisol, glucosa y proteínas para chequear el estado general del animal y también, se tiene en cuenta el período de acostumbramiento para que estabilicen su llegada desde el campo”. Odeón subraya, además, que todos los ensayos están avalados por el Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Experimentación de la Regional Patagonia Norte (CICUAE). El equipo también está conformado por la especialista en producción animal Laura Villar y la médica veterinaria Karina Cancino del IFAB y trabaja en articulación con el laboratorio de forrajes, alimentos y nutrición animal del INTA a cargo de la bióloga Verónica Caballero.

En línea con la producción sustentable, para finalizar, Villagra destaca que los alimentos producidos con insectos contribuyen a la economía circular, ya que los desechos pueden ser reutilizables para su producción, potenciando la generación de harina como elemento clave. También subraya que el proyecto representa una solución sostenible y ecológica a una problemática social. “Hacemos esta primera experiencia con pruebas en distintos tipos de animales y de alimentos. SENASA está trabajando en su regulación ya que todavía el uso de insectos para consumo animal no está regulado en Argentina”, advierte el científico.

Cabe destacar que en 2023 este proyecto fue premiado por el INTA como idea innovadora para el agro, por su contribución al avance de tecnologías vinculadas al ámbito agroalimentario que generan oportunidades de negocio a nivel regional, nacional e internacional.

Por Mariela Méndez, Área de Comunicación CONICET Patagonia Norte.