Jornadas de Periodismo Científico

De los volcanes a los polinizadores y la energía nuclear: un debate sobre las noticias científicas en Bariloche


Los investigadores Gustavo Villarosa y Marcelo Aizen y los periodistas Anibal Blanco, Santiago Rey y Gabriela Vizental, participantes de la Jornada en Bariloche junto al científico José Luis Lanata.

En una nueva edición de las Jornadas de Periodismo Científico, investigadores y periodistas se encontraron en la biblioteca del Centro Cívico de Bariloche para debatir sobre la comunicación de la ciencia en los medios masivos de la región de Río Negro y del país. La jornada se extendió durante tres horas, divididas en tres bloques temáticos que tuvieron como protagonistas a duplas de periodistas y científicos de distintas disciplinas. El primer panel estuvo compuesto por el investigador del CONICET del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC) especialista en volcanología, Gustavo Villarosa, y la periodista científica especializada en medio ambiente Gabriela Vizental; el segundo panel, por el doctor en Ciencias Antropológicas y director del Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IIDyPCa, CONICET-UNRN), José Luis Lanata, y el periodista de investigación y escritor Santiago Rey; el último, por el investigador del CONICET del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA) especialista en polinizadores Marcelo Aizen y el ingeniero nuclear y comunicador institucional del Instituto Balseiro, Anibal Blanco.

El medioambiente y la paz

 El panel inicial estuvo dedicado a diseccionar cómo se comunican las noticias sobre medioambiente. Villarosa y Vizental señalaron las diferencias que se establecen cuando la ciencia trepa a las noticias debido a una catástrofe natural, en contraposición a los momentos “de paz”, en los que los científicos son entrevistados con más tiempo y posibilidad de extenderse en conceptualizaciones y tecnicismos por fuera de la agenda mediática.

“A mí me gustaban las Ciencias Naturales y en mi adolescencia, alguien me recomendó estudiar geología –comentó al comienzo Villarosa, sobre sus comienzos en la investigación científica–. Incluía mucho de lo que a mí me interesaba, aunque yo todavía no lo sabía, y dentro de la geología empecé a descubrir la volcanología. En mayor o menor medida, a todos nos llaman la atención los volcanes, pero estando en la carrera y particularmente después de haber egresado, trabajando por la zona, tuve oportunidad de ver los productos de la actividad volcánica que viene ocurriendo acá desde hace milenios, y particularmente, me enfoqué en sedimentos lacustres”.

Vizental, por su parte, contó brevemente cómo llegó a especializarse en medioambiente dentro del periodismo. “Un día me convocó una productora y me dijo que en el programa de Victor Hugo Morales estaban buscando a alguien que haga periodismo ambiental, una rama que él conocía de Europa, pero que acá no estaba muy desarrollada. Yo hasta ese momento venía cubriendo temas de salud y de ciencia, pero a partir de trabajar con Victor Hugo comencé a descubrir que el periodismo ambiental era otra cosa: tiene una cuota de ciencia y otra de salud, pero es mucho más amplio, es un periodismo más abarcativo, más controversial, porque hay muchos más conflictos en todas las temáticas y las materias. Tiene mucho que ver la cuestión social, y a mí lo que me gusta decir es que el ambiente nos atraviesa de forma permanente, y que cualquier cosa que nosotros hacemos desde que nos despertamos hasta que nos acostamos está atravesada por la cuestión ambiental. Con lo cual, uno puede contar cualquier cosa: desde charlar con un investigador para que nos cuente hasta la problemática de las comunidades vecinas, que tiene que ver más con lo social”.

Una vez dentro del debate, Villarosa diferenció aquellas dos instancias de la comunicación de su tema de investigación en los medios tradicionales: “Una sucede cuando estamos en `tiempos de paz`, o sea, cuando no está pasando nada referido a los volcanes, que es una instancia de comunicación relajada, donde vos como científico podés contar más o menos lo que pensás sin que haya demasiada presión en el ambiente. Eso es muy distinto a cuando por ejemplo hay una erupción volcánica o cuando hay un tema en danza, como pasó hace algunas semanas con el tema del tsunami en Villa Traful, que tuvo un impacto bastante importante en nuestra zona”. Villarosa las caracterizó como “dos situaciones radicalmente distintas: en un caso vos podés conversar tranquilamente, y comunicar más o menos lo que te parece importante; en el otro caso hay una demanda muy específica a responder preguntas muy concretas, que no siempre tienen la respuesta que se espera por parte del científico, porque la ciencia no tiene todas las respuestas, sino muchas preguntas y algunas respuestas. Durante las erupciones, la presión es muy grande, las preguntas son muy concretas y es difícil responder `no te puedo decir exactamente esto, sí hablar sobre aquello, que también sirve`”.

Vizental, por su parte, comentó que “los periodistas en general lo que buscan es la noticia del momento, que es `el volcán en erupción`, la verdad es esa. El periodismo científico busca otra cosa, claro. Pero el periodista generalista, con la presión del editor o del medio periodístico, lo que busca es que cuentes en tiempo real lo que pasa en Bariloche con la erupción del volcán, y punto. Entonces, uno ahí puede recurrir, como periodista especializado, a quienes saben, y quienes saben muchas veces te contestan lo que pueden contestar. Ahí me parece que el punto es hacer la pregunta correcta. La pregunta correcta te lleva a una respuesta correcta”.

Villarosa, que desde hace más de una década se dedica al tema de los tsunamis lacustres -un fenómeno natural riesgoso que existe en la región de Río Negro- advirtió que “el tema es cómo lo comunicamos y a partir de qué disparador. El caso de Villa Traful se comunicó desde una perspectiva catastrófica, y además, se trataba de un trabajo de colegas que todavía no estaba publicado. A nosotros se nos pidió que opináramos sobre ese tema, pero el paper todavía no estaba publicado, lo cual significa que ese trabajo todavía no fue validado por otros expertos pares, que lo evaluaron y decidieron que era publicable. El periodista científico eso lo tiene muy claro, en cambio un periodista que no se dedica a eso por ahí no lo sabe, entonces nosotros tuvimos que explicar eso con respecto a este trabajo”.

Sobre el cierre, Vizental reparó en que “en definitiva, todo tiene ciencia: lo que pasa es que hay que abordarlo desde la perspectiva científica. En el deporte, uno puede contar algo de ciencia, en los temas sociales también. En todo: lo que pasa que la mirada tiene que ser desde ese lugar, desde el lugar científico”.

Quién legitima a quién

“Yo soy uno de los que llaman a Gustavo Villarosa cuando pasa algo y le pedimos un título, por favor. Debo decir que es muy responsable, porque en general no nos lo da, lo cual está muy bien”, comenzó su intervención en el segundo panel, en tono de broma, el periodista Santiago Rey, sentado junto al antropólogo a José Luis Lanata. “Mi vínculo con la ciencia es como con otros tantos temas en los que nos adentramos los periodistas generalistas –continuó Rey-, es el mismo que tenemos con otros temas sobre los que no profundizamos demasiado pero sí hacemos pie cada tanto. Ahí se pone en juego nuestra capacidad y profesionalidad para interiorizarnos sobre la marcha, salir a leer, buscar fuentes, de manera de reflejar lo mejor posible lo que contamos. Me parece que hay una cuestión de ida y vuelta en este sentido: hay una necesidad de ir a buscar un título o algo que sostenga las historias que queremos contar, y por otro lado veo una necesidad del mundo científico de buscar cierta legitimación en el periodismo. Eso me llama la atención, porque junto con la Justicia y el sindicalismo es una de las áreas más desprestigiadas según todas las encuestas a nivel nacional. Sin embargo, hay una recurrencia, en una relación mutua, muy interesante para analizar”.

José Luis Lanata, por su parte, recordó que “desde que, a los 15 años, mi padre me regaló el libro El origen de las especies, quise dedicarme a la ciencia. Estudié tres años química y luego empecé como oyente en la carrera de Antropología y ahí cambió todo. Desde entonces pasé por diferentes etapas y fui cambiando de temáticas, hasta que por esos avatares de la vida pude conocer colegas del mundo que me llevaron a dedicarme a temas como el antropoceno”. Sobre ese término, Lanata explicó que surge de un geólogo Premio Nobel de Química, que postuló al antropoceno como “la nueva era geológica que estamos viviendo, en donde nosotros, los antro, los humanos, somos la principal fuerza de control de cambio. Eso tiene que ver con mundo sustentable, ambiente, etcétera, y nos permite discutir un montón de cosas sumamente interesantes”, dijo.

En otro tramo de la charla, Rey advirtió que “yo recurro a científicos para cuestiones muy puntuales: cuando sucede algo que nos involucra a todos como comunidad y también por intereses más personales. Me pasó, por ejemplo, de tener que conocer bastante en detalle lo que son las cintas de carbono y la presencia de partículas analizadas en proyectiles testigos en el marco de la investigación del asesinato de Rafael Nahuel, sobre el que escribí un libro. Allí me pareció interesante la supuesta asepsia sobre la que se mueve el mundo científico y su utilización posterior en función de los intereses político-dominantes vigentes, cómo se fuerza el aporte que puede hacer el científico o la ciencia en función de esos intereses”.

Más adelante, Lanata destacó que “como científico, para los medios yo estoy a disposición para cuando me vienen a buscar”, y que “si me hacen una entrevista escrita, pido leerla antes de que salga publicada”. A continuación, recordó una entrevista que le hicieron en el canal de televisión Crónica, que en 2004 lo llamaron para hacerle una entrevista telefónica a partir de una nota que había salido en un medio que planteaba que los hombres descienden de las ratas. “Pude investigar un poco del tema antes de que me llamaran: pude ver que la noticia era a partir de una nota internacional que había salido en Science, que decía que habían encontrado una rata en la zona de Siberia, de unos 600 años de antigüedad, que era el primer placentalia. En algún lado, alguien dijo que nosotros también somos placentalios. Entonces, para aquellos periodistas, el nexo era que descendíamos de las ratas. Algo de cierto podía llegar a tener, pero no era lo mismo –dijo entre risas–. Mientras me entrevistaban, pude ver en el televisor que pasaban imágenes con ratas con un videograph que decía `Doctor Lanata, descendemos de las ratas`. Ahí me sentí un poco incómodo, ¿cómo hacía para demostrarles que lo que estaban diciendo tenía una millonésima parte de verdad, pero que era erróneo? Elegantemente, intenté disuadir la situación, me costó, fue terrible. Fue una experiencia muy mala. Por suerte también tuve experiencias muy buenas”.

Rey, por su parte, opinó que “creo que a veces la ciencia tiene mayor presencia, en el verano probablemente es más posible colar notas científicas porque las agendas se caen, es interesante que haya dentro de las estructuras de los medios gente especializada. En este, y en otros ámbitos. Me parece que el colectivo ciencia reproduce lo que sucede también en otros ámbitos que reclaman un espacio permanente dentro de las estructuras de los medios tradicionales”.

La invención de la noticia

En el tercer y último panel, el investigador Marcelo Aizen contó que “llegué a la biología por curiosidad: los científicos somos curiosos innatos, en mi caso me hago preguntas sobre el entorno que nos rodea. El tema de los polinizadores comenzó porque fui una charla que escuché de un científico norteamericano, sobre picaflores, y me fasciné y quise cambiar mi tema de investigación, que hasta entonces era sobre dinámica de bosques”.

El comunicador Anibal Blanco, por su parte, se presentó como ingeniero nuclear que desde hace treinta años se dedica a la investigación en energía nuclear. “Mi área son los reactores nucleares y en particular el núcleo de los reactores. En el camino me encontré con que había poco y nada de divulgación de lo que era mi materia, me metí en la Comisión de Difusión del Instituto Balseiro, intentando llevar el instituto para sumar más estudiantes, y dn el 2001, nació un programa de radio en Radio Nacional, para explicar las actividades del Instituto Balseiro, de sus egresados en el país y en el extranjero: me invitaron a participar y a los pocos meses ya estaba conduciendo el programa. Desde hace 18 años que lo hago: se trata de contar la ciencia por el medio más difícil, que es la radio, porque no tenemos pizarrones, fotos, gráficos, fórmulas”.

A continuación, Aizen indicó que “el desafío de mi tema de investigación es llevarlo a un plano más alto en términos de espacio: generalmente no ocupa las principales planas. Creo que ahora hay un auge del periodismo científico en Argentina, pero al comienzo, por mi experiencia en polinizadores, pasaba que la noticia siempre se publicaba afuera y después rebotaba en Argentina. Cuando me entrevistaban siempre era por una noticia extranjera, para darle un tinte local”. Luego, a través de un proyector, Aizen mostró un ejemplo de lo que él considera “mal periodismo científico”: una noticia replicada en un portal de noticias nacional de esta semana, donde se postuló que según los científicos la abeja es “el ser vivo más importante del mundo”. “Por empezar, la abeja no es una especie sino 20 mil especies, porque hay 20 mil tipos de abejas. Las abejas son muy importantes para la reproducción de plantas silvestres y muchos cultivos, pero ¿cómo se puede establecer que sea el ser vivo más importante? Después, la nota tiene más inexactitudes, como decir que el 90 por ciento de las abejas han desaparecido, no sé de dónde sacaron ese número.  Y esa supuesta frase de Einstein que es de una falsedad absoluta, de que `sin abejas, en cuatro años, la humanidad se moriría de hambre`. Eso es una noticia construida sobre premisas falsas”.

Anibal Blanco, por su parte, lanzó: “Hablando de amarillismo, pasemos a la energía nuclear. Desde el accidente de Chernobyl hacia acá eso sucede sistemáticamente. Hay un libro de Atilio Borón que analiza cómo las noticias reconstruyen los acontecimientos, y el hecho real termina siendo un hecho político, como sucedió en el caso de Chernobyl. También me ha tocado ser vocero de la Comisión Nacional de Energía Atómica durante el más reciente accidente de Fukuyima, donde el accidente no fue un problema de consecuencias radiológicas a la población importante, pero se construyó como que la catástrofe fue nuclear. Y la catástrofe fue climática, fue un terremoto, el más grande sufrido en Japón, seguido por el tsunami más grande sufrido por Japón. Pero los medios reconstruyeron el evento ambiental postulando que el origen fue nuclear”.

Sobre el cierre de la jornada, Aizen hizo una reflexión sobre el desafío que supone a los científicos explicar con lenguaje sencillo lo que hacen. “Yo fui aprendiendo con el correr de los años algo que tiene que ver también con un ejercicio que es bueno hacer en todos los órdenes de la vida: tratar de ponerse en el lugar del otro. Tenemos una jerga propia de cada campo tan incorporada que uno tiene que cuestionarse continuamente su uso. Cuando uno es entrevistado hay que intentar evitarlo. Incluso dentro del ambiente científico, no es recomendable el uso de jerga porque eso hace que otros colegas de distintos campos tampoco puedan acceder a leer lo que hacemos si no están muy empapados en el tema”.